jueves, 15 de abril de 2010

El hombre que en su vida anterior exterminó grandes cantidades de palmas

Necesitaba estar solo. Subió al cerro La Campana sabiendo que se arriesgaba, cuando quiso descender la lluvia y luego la nieve lo sacaron del sendero, pisó mal. Rodó cerro abajo.

Al abrir ojos y oídos cientos de palmas estaban siendo derribadas. Se frotó las manos, contento por la ganancia que recibiría. ¡Había tantas!

En su agonía creyó que su hijo jugaba cerca.

De repente advierte que una palma caerá directamente sobre el pequeño, corre, resbala y rueda, lo último que percibe son sus manos desesperadamente aferradas al tronco.

*

Días después encontraron su cuerpo, permanecía de rodillas y aún abrazado a una majestuosa palma chilensis, como implorando piedad.

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